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EL OBJETO DE MI PERFECCIÓN
por Marcela Noemí Silva Mar Dic 04, 2012 9:03 am
EL OBJETO DE MI PERFECCIÓN
Ella duerme sin pensar que será su último suspiro. Es tan hermosa, hasta diría que me da ternura observarla. No sabía que sonreía en sueños y jamás imaginé que se abrazaba a su perrito de peluche con tanto cariño.
Esta preciosa con su camisón negro lleno de flores rojas, hasta cuando duerme es elegante.
Como adivino que yo la visitaría esta noche. No creo que haya descubierto mi secreto pero esta vestida para la ocasión. Su ropa interior con encaje rojo es muy sugestiva y el detalle de las flores es perfecto.
Pensar que ante sus competidores es la mujer de hierro, de aspecto recio, corazón de hielo y protocolar. Se la ve siempre maltratando a sus empleados. Todos le temen menos yo.
Si la vieran como yo la veo ahora con sus muslos blancos al descubierto y su tatuaje de elefante de la suerte en su nalga derecha, seguro que todos me envidiarían.
Es increíble que hoy me encuentre aquí, sentado en su cama. Pienso y acaricio la tersura de su piel. Me gusta contemplarla mientras duerme. Aun no me animo a darle un beso. Pero esta noche seguro se lo daré. Que feliz me hace tocar su cabello con un montón de rulos ,hasta puedo jugar con ellos sin despertarla.
Para mi es el sueño del pibe estar aquí. Recuerdo que de pequeño la espiaba cuando se bañaba escondido detrás de las cortinas de su ventana. Conocí cada detalle de su cuerpo hasta las intimidades excitantes que desarrollaba en su baño. De adolescente mi padre me descubrió y me dio mucha vergüenza. El muy maricón le contó a mi madre. Esta llorando me aconsejo que no lo haga mas o me convertiría en un pervertido. Le dije que si para tranquilizarla pero no le hice caso. Seguí espiando dos veces más pero con culpa, así que deje de hacerlo. Me convertí en un hijo ejemplar, estudié y me recibí de bachiller. Nunca pude tener una novia, ninguna chica me gustaba.
El gallego amigo de mi padre me regalo mi primer trabajo de repartidor en el barrio, trabajando en un puesto de diarios, eso me tuvo contento porque podía gritar diariooooooooooooooooo con muchas “O” y eso me daba risa.
Grande fue mi sorpresa cuando mi patrón me dijo que le llevara el diario y la revista Vogue a la señora Susana.
Toque el timbre con timidez y ella abrió mirándome despectivamente con sus ojos negros profundos y saludándome de forma protocolar. No me anime a sostener su mirada. No fue por timidez, sino que me quedo siempre la duda si sabía que era yo el que por años la había espiado en su baño. El que lo sepa me daba terror porque seguro diría las palabras de mi madre que tanto me angustiaban ”Sos un pervertido”.
Por suerte la tortura de verla todos los días no duro mucho ya que mi patrón se murió de un ataque al corazón y yo me quede sin trabajo.
En casa me aburría y para matar el tiempo volví a espiar a la señora Susana hasta que mi madre me descubrió y se armo un lío de aquellos. Una vecina llamo a la policía por los gritos. Al final terminamos todos en el servicio de emergencia del hospital porque a mi madre se hizo la desmayada por la vergüenza que le daba ir a la comisaría.
Al otro día mis padres sin hablarme me llevaron al psicólogo de la obra social y este con el tiempo me derivo al psiquiatra.
Yo no entendía nada de lo que los médicos decían, estaba aburrido y fui igual por meses para complacer a mis padres.
Después de tanta terapia descubrí que es lo que más deseaba en esta vida y se lo confesé feliz a mi siquiatra. El tonto me dijo que tenia síndrome de obsesión no se cuanto y que en lo que en realidad mi inconsciente perseguía era el objeto de mi perfección.
Me pareció una estupidez lo que dijo en más me pareció una gran mentira producto de su incapacidad. Así que lo insulte y me fui de allí para no regresar nunca más.
Ahora estoy a punto de cumplir mi deseo, será lento porque no quiero olvidar ningún detalle de ella. Quiero recordar siempre la expresión de su rostro cuando despierte.
Ya instale la filmadora en un ángulo perfecto para tener mi secreto de recuerdo y mirarlo todas las veces que yo quiera.
Mientras preparo a la bella durmiente le daré mi primer beso y le diré que la amo.
Para tan importante momento compré un pañuelo rojo como símbolo de la suerte. Antes que despierte se lo enrollaré con mucha delicadeza en su cuello y apretaré mis pulgares para estrangularla como lo vi en una serie de televisión. Todo es perfecto y nada puede fallar. Me siento en paz conmigo mismo porque al fin después de tantos años procederé sin culpa a matar el objeto de mi perfección.
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Marcela Noemí Silva- Admin
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