Nace un nuevo ejército
Nace un nuevo ejército
Nace un nuevo ejército
"Habían pasado varias horas ya desde la caída de la noche y aunque aún era temprano para retirarme según mi costumbre, sentí la necesidad de marcharme.
La casa estaba bastante revuelta y mis amigos muy borrachos. El montón de botellas vacías que lo inundaban todo eran una clara señal del pequeño jolgorio que había tenido lugar esta vez como tantas otras. Se ofrecieron a acompañarme, pero decliné su invitación. Era una locura y la razón me decía que era bastante peligroso vagar sola por las calles a esas horas... Volvieron a ofrecerme su compañía, pero yo volví a rechazarla. No insistieron más, y sé que en condiciones normales no me hubieran dejado marchar. Pero su estado de embriaguez les superaba. Yo, por suerte, me había contenido bastante y sólo estaba algo mareada; el ambiente estaba bastante cargado y comenzaba a ser algo tedioso.
"Salí a la calle, y el fresco aire nocturno azotó mi rostro... Me sentí relajada y agradecí aquella brisa helada que trataba de colarse por debajo de mis ropas.
"La luz que emanaba de las varias farolas repartidas por toda la avenida, se veía algo borrosa; aquellas farolas me parecían como pequeñas lunas amarillas empañadas por ligeras nubes. De todas formas, no necesitaba aquella luz, pues podía recorrer todo el camino con los ojos cerrados si así lo hubiera querido, tantas veces lo había hecho ya.
"Tomé la primera calle a la izquierda, y no fue hasta entonces que me di cuenta de la extraña calma, del todo imposible, que acompañaba aquella noche tan singular... Ningún gato maullando, o perro ladrando; ninguna pareja discutiendo exaltada; ningún borracho, solo o en grupo, dando tumbos y molestando al resto del vecindario. No se oía absolutamente nada.
"Al llegar al final de aquella calle me paré. No sé por qué lo hice, pues debía tomar sin duda la siguiente de nuevo a la izquierda. Miré hacia el estrecho y realmente oscuro callejón que había a mi derecha. Bien sabía que aquél callejón conducía al cementerio; varias incursiones con mis amigos me recordaron el aspecto del camino y su destino final. De ningún modo recorrería aquel camino yo sola y a esas horas... pero aunque mi mente se dirigía hacia la izquierda, mis pies, como si cobraran vida propia, enfilaron el triste callejón de la derecha. Entonces lo entendí todo... Mi extraña decisión de partir yo sola, la inexplicable calma de aquella noche... era mi fin, no cabía duda. Mientras era conducida por aquel callejón, oscuro, sin pequeñas lunas amarillas (que esta vez si eché en falta), recordé el sonido de la música, el olor fresco de las rosas, la calidez del abrazo de un amante... y comencé a llorar amargamente."
Al día siguiente una pareja de hermanos que se dirigía al cementerio para honrar a su madre con unas flores, descubrió el cadáver totalmente desangrado de una mujer de edad sin determinar. No había ningún signo de violencia o abuso en él, y tampoco se mostraba ninguna incisión por la que hubiera podido escapar su sangre, de la que no había rastro alguno. Sin embargo, una expresión de placidez y una sonrisa diabólica enmarcaban su rostro...
El hermano pequeño, de unos nueve años de edad musitó: "Ella volverá para encargarse de todos nosotros, pues es la primera de un tenebroso ejército venidero"
Autor: desconocido - Copyright
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